¿Qué puede hacer “Occidente” con relación a la ruta de la seda?

¿Qué puede hacer “Occidente” con relación a la ruta de la seda?

de Carlos Herrera Torres -
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¿Qué puede hacer “Occidente” con relación a la ruta de la seda?

 En clase, se presentó lo relacionado con la denominada “Ruta de la Seda”, el cual se constituye como un proyecto de infraestructura masiva liderado por China y que se conoce oficialmente como la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés), ésta consiste en la construcción de redes de infraestructura para unir tres continentes, Asia, Europa y África. Dicho proyecto representa el esfuerzo de China para expandir su influencia económica y política, emergiendo de esta manera como uno de los poderes hegemónicos mundiales. En clase se expuso que las respuestas de occidente han sido tardías o simplemente no se han dado.

Ahora bien, como estudiantes de un programa doctoral, hubiera sido interesante el que, cumpliendo con los requisitos del doctorado, se analizara esos cambios en el entorno mundial, que son producto del proceso de globalización, y que dada la situación político-estratégica de los países, principalmente de las economías de la región centroamericana, se tuviera el atrevimiento de hacer un planteamiento o al menos se intentara dar respuesta a las interrogantes siguientes: ¿Se piensa realmente que lo que está haciendo China, ejerciendo presiones económicas y de mercados, es parte de su contribución a la noción del mundo tripolar?. Que, frente a ese atropellamiento económico la región de Centroamérica, como parte de la región occidental, se constituye únicamente como comparsa y que debe resignarse a pensar que no hay nada por hacer. O bien, ¿Qué propuesta o planteamiento haríamos al respecto?

Como alguien mencionara, siempre es importante ver la historia, para tener un punto de partida, ante todo cuando alguno de los tiempos coincide con las existencia terrenal de los estudiantes del doctorado. Históricamente, en las últimas ocho décadas el mundo ha pasado por diferentes configuraciones de poder, desde la bipolaridad durante la Guerra Fría (EE.UU. vs. URSS), hasta la unipolaridad posterior a la disolución de la URSS, dominada principalmente por los Estados Unidos, pasando por momentos de retorno a una bipolaridad con algunos actores distintos, el surgir de los tigres asiáticos como Japón, la constitución de la Unión Europea que tenía como trasfondo, dada la globalización que se estaba dando en la década de los noventa del siglo pasado,  el constituirse como el otro eje hegemónico mundial. La ecuación no salió como se esperaba, y empiezan a moverse nuevos actores, Rusia, China o India, por ejemplo.

Al final, quienes más han avanzado y hoy constituyen un contrapeso al poder de los Estados Unidos de América terminan siendo Rusia y China. En el caso de los primeros, aunque su economía no es tan fuerte como la de los Estados Unidos de América o de la propia China, son una potencia nuclear y tienen una influencia significativa en Europa Oriental, Asia Central y partes del Medio Oriente; además, ejercen una influencia considerable en la geopolítica global, particularmente en cuestiones como la seguridad energética y la estabilidad regional. Y en lo que respecta a China, este país ha experimentado un rápido crecimiento económico, convirtiéndose en una superpotencia económica global; no solo por la iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI) que se menciona al inicio de este análisis, sino porque también está expandiendo su influencia a través de inversiones en infraestructura y diplomacia económica en todo el mundo, ejemplo de ello lo constituyen la cantidad de puertos que controlan alrededor del mundo.

Definitivamente, hoy la región es testigo del surgimiento y consolidación de la noción de un mundo “tripolar”. Dentro de esa vorágine globalista, Centroamérica realmente tiene muy poco por hacer, no tiene el peso económico, político y menos el militar para influir en cualquier decisión que adopte “Occidente”, entiéndase las naciones occidentales como Estados Unidos de América y la Unión Europea, o que organizaciones como la OTAN puedan tomar respecto al poder que van asumiendo China o Rusia, por lo que a la región únicamente le queda jugar los roles que el Derecho Internacional le permite, el juego diplomático y comercial.

Occidente debe de considerar la adopción de algunas medidas que han circulado en algunos medios académicos, se entiende que muchas veces esas propuestas terminan siendo como cartas a San Nicolas, sin embargo, podrían dar resultados positivos:

·       Fomentar y fortalecer alianzas regionales y cooperación económica con los países involucrados en la Ruta de la Seda. Esto incluye trabajar con países de Asia Central, Europa Oriental y África para promover alternativas de inversión y desarrollo que complementen las iniciativas chinas.

·       Promover la transparencia, la sostenibilidad ambiental y la responsabilidad social, China ha sido uno de los países en donde se da el “dumping laboral” y el incumplimiento a los derechos de los trabajadores. De ahí que Occidente podría promover la adopción de normas y estándares internacionales en proyectos de infraestructura y desarrollo financiados por la BRI (y China), para asegurar que cumplan con criterios y reglamentaciones aceptados globalmente.

·       Promover proyectos de desarrollo sostenible que aborden las necesidades económicas y sociales de los países afectados, enfocándose en la inclusión social, la resiliencia climática y el crecimiento económico sostenible.

·       Aumentar la inversión en infraestructura en países que podrían verse atraídos por la BRI, ofreciendo alternativas financieras y tecnológicas competitivas que sean atractivas para estos países.

·       Apoyar y fortalecer el papel de instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones, que pueden ofrecer alternativas financieras y técnicas a la BRI.

·       Mejorar la seguridad cibernética y tecnológica para proteger las infraestructuras críticas y los sistemas de información en los países occidentales y en las naciones socias, para contrarrestar posibles vulnerabilidades que podrían surgir de la expansión de la influencia china.

Estas medidas reflejan un enfoque multidimensional que podría ser adoptado por las naciones occidentales para manejar y responder estratégicamente a las propuestas chinas y del BRI, y podrían constituir una ventana de esperanza para Occidente, además de ser una oportunidad para los estudiantes del Doctorado del ICAP, para contribuir a las diferentes propuestas que se pueden promover a través de la SICA.