Osborne realiza una interesante reflexión y muestra que, las experiencias, los compromisos afectivos y los modelos, inciden de manera determinante en las acciones de las personas, las cuales se establecen desde una opinión discrecional y al realizarlas de manera sistemática se convierten en una forma de vida, que se puede traducir en una cultura.
En ese sentido, la cultura la vemos inmersa desde todos los roles que desempeña el ser humano en la sociedad y es allí donde se visibiliza su impacto en las innovaciones de las formas de vida en el ámbito personal, laboral, económico, religioso, entre otras.
Al referirnos, específicamente respecto a la incidencia de la cultura en el ámbito laboral, se puede identificar que, todas las personas desde su discrecionalidad y la subjetividad de las buenas o malas decisiones, establecen procedimientos, que lamentablemente en la mayoría de las ocasiones, no han sumado a la administración pública, sino en cambio, han debilitado la respuesta estatal, impidiendo el pleno disfrute de los derechos humanos de la población.
Asimismo, al esquematizar la idea del autor, logro identificar una de las vivencias que he tenido desde mi desempeño en la administración pública.
Durante el año, 2020-2022 fungí como Directora de Protección Especial y Atención no Residencial de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia de la República de Guatemala, en dicha institución desempeñaba funciones para generar programas enfocados a la Protección Social de niñas, niños y adolescentes que se encontraban en condiciones vulnerables, desde el ámbito familiar y comunitario.
Solamente en esos dos años, de gestión con apoyo de la cooperación internacional se logró la apertura de dos nuevas sedes de los programas que tenía a cargo, y dejé iniciado el camino para el tercer programa. Esta acción, no se había logrado en alrededor de diez años, indicando siempre que no existía presupuesto para los nuevos programas.
Las nuevas sedes de los programas incluyeron los acuerdos de creación, contratación de recurso humano, compra de mobiliario, equipo e insumos y el compromiso de los Gobiernos Municipales, por medio de la suscripción de Cartas de Entendimiento; para apoyar y acompañar a los programas.
Estas nuevas sedes de los programas reforzaron la identificación y el compromiso del recurso humano, porque confirmaron la importancia de su labor desde el ámbito de la Protección Social. Asimismo, posicionó a la Dirección, como un eje fundamental de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia de la República para las negociaciones con los cooperantes y los Gobiernos Municipales; pero lo más importante fue el impacto en beneficio del desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes.