En el contexto del informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de 2021, se revela una alarmante baja en la confianza tanto entre las personas como en las instituciones gubernamentales en América Latina y el Caribe. Solo el 10% de las personas cree que se puede confiar en los demás, y menos de una de cada tres personas confía en su gobierno. Este fenómeno puede interpretarse a través de la perspectiva presentada por el Dr. Luis Aguilar en su texto *Gobernanza y Gestión Pública*.
Aguilar destaca que las administraciones públicas de los países latinoamericanos están en una constante interfase entre el pasado y el futuro. Los "fantasmas del pasado" -hiperestatismo, autoritarismo, populismo y nacionalismo de clausura- siguen influyendo en la mentalidad de muchos políticos, funcionarios, ciudadanos e intelectuales, impidiendo una transición plena hacia una gobernanza basada en la confianza y la modernización.
Estos factores históricos y culturales, profundamente arraigados, contribuyen significativamente a la desconfianza actual. La resistencia al cambio, motivada por estos temores, crea un entorno donde las propuestas de reforma se enfrentan a una mezcla explosiva de intereses personales, gremiales y sectoriales, complicando aún más el panorama. La introducción de nuevas tecnologías, por ejemplo, suele encontrarse con un rechazo inicial debido a la brecha digital existente y a la percepción de que estos cambios pueden amenazar posiciones laborales y privilegios establecidos.
Por lo tanto, cualquier proceso de transformación institucional en América Latina debe considerar el aspecto cultural y las resistencias inherentes. Las autoridades deben trabajar en la construcción de confianza a través de la transparencia, la participación ciudadana y la educación, para superar las barreras del pasado y fomentar un entorno de cooperación y modernización. Solo así será posible neutralizar los fantasmas del pasado y avanzar hacia una gobernanza efectiva y confiable.