Un sistema de calidad que se caracterice por ser eficiente y riguroso en el aárea de la salud garantiza que los productos y servicios relacionados cumplan con los estándares establecidos. Esto implica que los medicamentos, dispositivos médicos, alimentos y otros productos utilizados para el cuidado de la salud sean seguros y efectivos. Al tener la confianza de que los productos y servicios de salud cumplen con altos estándares de calidad, el consumidor puede sentirse seguro y protegido al utilizarlos, lo que contribuye directamente a su bienestar.
También promueve la mejora continua en el sector de la salud. A través de la implementación de estándares y procesos de evaluación, se fomenta la adopción de prácticas más efectivas, seguras y basadas en evidencia. Esto impulsa la innovación y la investigación en el campo de la salud, y así a avances significativos en la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
Otro beneficio clave del sistema nacional de calidad es la transparencia y la rendición de cuentas. Al establecer estándares claros y procesos de evaluación, se promueve la transparencia en la prestación de servicios de salud y en la producción de medicamentos y dispositivos médicos. Esto permite a las personas acceder a información confiable sobre los proveedores de atención médica, los productos que consumen y los resultados de salud esperados.
Por último, un sistema nacional de calidad en el ámbito de la salud también fomenta la cooperación y la colaboración entre los diferentes actores del sector. La implementación de estándares y procesos de evaluación comunes promueve la armonización y la coherencia en la prestación de servicios de salud. Esto facilita la coordinación entre profesionales de la salud, instituciones de atención médica y autoridades reguladoras, lo que a su vez mejora la calidad de la atención, reduce los errores médicos y promueve una atención más integral y centrada en el paciente.