La infraestructura de calidad de un país, necesariamente tiene impactos positivos en la población en términos de la salud y el bienestar. Es posible hacer esta afirmación en el tanto la estructuración de procesos, la verificación de cumplimiento de normas y procesos, la certificación de capacidad de generar y producir bienes con un estándar definido de calidad; son, en sí mismos, elementos potenciadores del bienestar y la salud de la población.
Si tenemos certeza que un producto, bien o servicio, cumple con estándares definidos, tendremos mayor confianza sobre si origen, uso y beneficio. Por ejemplo, el contar con un servicio de agua potable, que cumpla con todas las normas establecidas para consumo humano, tiene una serie de beneficios directos sobre la calidad de vida y salud de las personas que tienen acceso a este servicio.
Por el contrario, el tener acceso a un servicio de agua que no cuente con estudios, mediciones y certificaciones, contribuye en la desconfianza, en el impedimento para acceder a un servicio básico como es el agua y puede repercutir en la salud de las personas que deben utilizarla en esas condiciones.
Por lo que contar con un sistema nacional de calidad que permita establecer normas, entes certificadores y en general, una determinación clara hacia la estructuración de un sistema robusto, permite que las personas tengan mejores condiciones de salud y bienestar.