El Sistema Nacional de Calidad ha permitido tanto a las empresas como a Costa Rica a nivel internacional a diferenciarse de la competencia, ofrecer un producto o servicio que tenga un mayor valor y que así el cliente quede más seguro y satisfecho con lo que se le está ofreciendo. Además, permite la inserción internacional de los sectores productivos. Al brindarle al consumidor productos elaborados bajo un sistema de calidad, estos se sienten más seguros y satisfechos al saber que ha sido producido bajo ciertas normas y procedimientos estandarizados, lo que equivale a mejores reseñas, más clientes satisfechos y aumento en las ganancias.
Por otro lado, es bien sabido que existen estándares de calidad que pueden llegar a impedir el comercio de productos, conocido también como “barreras al comercio”. Algunos ejemplos son: las licencias de importación, permisos y certificados sanitarios y fitosanitarios, regulaciones sobre etiquetado de productos, regulaciones sobre estándares técnicos de productos, entre muchos otros. Si bien es cierto que todas estas regulaciones son fundamentales para ofrecer un producto adecuado y que no le cause daño al consumidor (por ende, NO se pueden omitir), existen casos donde se lleva el sistema de calidad a un “extremo” o “vacío legal”, impidiendo la aprobación de producto y generando como consecuencia que el consumidor sea privado de este producto y genere insatisfacción.