Foro 3

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de Jorge Rodríguez Bogle -
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En la presentación de su texto Gobernanza y Gestión Pública, el Dr. Luis Aguilar afirma que:


(…) en un ambiente de interfase entre el pasado y el futuro, que caracteriza a las administraciones públicas de los países latinoamericanos. Sus preocupaciones teóricas y prácticas son motivadas por los fantasmas del pasado que todavía rondan ominosos por la mente de varios de nuestros jerarcas políticos, funcionarios públicos, ciudadanos e intelectuales con el reloj atrasado. Todavía no hemos podido enterrar esos fantasmas en la más honda profundidad del pasado y no acertamos aún a vivir el presente en paz y con confianza. Una vigilia permanente es necesaria para impedir que resuciten los fantasmas del hiperestatismo, el autoritarismo, el populismo, el nacionalismo de clausura, el igualitarismo, endémicamente suspicaces de las libertades económicas, intelectuales, morales y políticas de los ciudadanos, y que vueltas a la vida esas criaturas nos lleven a reeditar los extremismos ideológicos y las crisis fiscales y políticas que han hecho perder rumbo, tiempo, oportunidades y respeto a nuestros países. Este texto tiene entonces sus pesadillas, sus almas en pena, sus cadáveres en el clóset, aunque porfía en encontrar los recursos intelectuales y prácticos para neutralizar el retorno de los formatos improductivos del pasado gubernamental y administrativo. A lo mejor es un escrito personal de combate obsesivo contra un viejo adversario imaginario, pero del que de vez en cuando se tienen noticias de su presencia real, malas noticias.  (Aguilar, 2015)


Las construcciones mentales, cruzadas por lo ideológico (aún en aquellos que reniegan de las ideologías) presenta un fuerte componente de carácter cultural, que expresa los temores, angustias, anhelos y, a la vez, condensa esas valoraciones con los elementos sociohistóricos que determinan el devenir de un país y de sus instituciones.

Por eso es necesario contemplar como elemento central de cualquier proceso de transformación institucional, más aún si éste aspira a una transformación de la estructura burocrática, el aspecto cultural y las eventuales resistencias que, desde ese ámbito, se pueden enfrentar.

Algunas propuestas omiten, por desconocimiento o por cálculo, este aspecto, sin considerar cuánto incidirá el mismo en la concreción o no de las propuestas que quieren desarrollarse.  La mezcla de intereses personales, gremiales, sectoriales, combinados con las visiones ideológicas ya mencionadas, forman un coctel que puede resultar hasta explosivo y que, por lo tanto, muchas veces las autoridades políticas prefieren omitir los procesos de reforma.

Si a esto sumamos el componente tecnológico, es muy probable que la resistencia aumente, en el tanto la tecnología plantea per se una brecha importante, y por lo tanto un gran desafío, especialmente para quienes han llegado a ella de manera tardía.

Esto me hace recordar un evento ocurrido hace aproximadamente quince años.  En la institución donde laboraba entonces, se estaba empezando a introducir la modalidad del leasing o arrendamiento de equipo electrónico, particularmente computadoras, impresoras y escáneres. 

Buena parte del personal profesional que debía rendir informes de su trabajo y que, hasta entonces se lo dictaban o entregaban en un borrador a mano a su secretaria, reclamaron airados porque se pretendía con esa medida, “rebajarles” su condición y no reconocer que eso de digitar, era trabajo de las secretarias, no de los profesionales.

Asimismo, una de las jefas que tenía a su cargo un importante contingente de profesionales y personal técnico a su cargo, presentó un airado reclamo porque, según lo afirmaba de manera categórica, esta medida no pretendía otra cosa que una privatización solapada de la institución, que empezaría por el despido de profesionales y técnicos que ya no serían necesario, por la disponibilidad de equipo arrendado.

La historia parece, vista a la luz actual, absolutamente risible y ridícula.  Sin embargo, el proceso llevado a cabo para lograr persuadir a las personas fue arduo y solo logro avance, en la medida en que las personas que se oponían fueron comprendiendo y experimentando los beneficios del modelo.

No obstante, no podría afirmar que pese al avance logrado -que fue gradual y paulatino- esas ideas arraigadas en la cultura institucional hayan dejado de esta presentes, si bien es probable que hayan evolucionado hacia otro tipo de manifestaciones.