En términos generales, el ser humano es continuamente sujeto de opiniones, críticas y expectativas provenientes tanto del entorno familiar, educativo, laboral, de grupo de pares e incluso de la persona misma, al tomar en consideración sus propias experiencias y proceso de crianza, situación que influye de forma directa e indirecta sobre el desarrollo de su personalidad y comportamiento.
El efecto Pigmalión, conocido como el poder de las expectativas, se considera un fenómeno psicológico en el cual las expectativas que se tienen sobre una persona o un colaborador dentro del ámbito laboral influyen directamente en la conducta y en el rendimiento y productividad de este, ya sea de forma positiva o negativa.
De esta forma, el Gerente o Líder de una organización que formule el proceso de motivación individual de sus colaboradores, centrado en las fortalezas de la persona, utilizando un lenguaje positivo, reconociendo y reforzando el buen trabajo del colaborador, otorgándole las responsabilidades y la confianza correspondiente a su puesto de trabajo y con la convicción de que tiene la capacidad de desarrollar sus funciones asignadas de forma sobresaliente, generará colaboradores en su mayoría exitosos, que logran cumplir con los objetivos planteados, en comparación con aquellos que tienen una mala percepción de sus colaboradores o que no tienen confianza en los mismos.
En relación con lo anterior, el que este Gerente o Líder tenga esta capacidad de motivar y generar el efecto mencionado sobre sus colaboradores, tiene que ver en primer lugar con su autoimagen, su propia consideración y percepción de sí mismo en su condición de Líder, de su habilidad y confianza en sí mismo para la contratación de talento, para la capacitación y el mantenimiento de la motivación del grupo, lo que da lugar al fenómeno conocido como efecto Galatea.
En términos generales, el efecto Galatea tiene que ver con las actitudes de autoconfianza, de creencia en las capacidades y habilidades propias que permiten enfocar los esfuerzos en el desarrollo de conductas que permitan el cumplimiento de objetivos y metas planteadas, y aún más importante de cumplir las expectativas propias que cada individuo tiene de sí mismo.
Se considera de esta forma que, si un individuo tiene plena certeza de su capacidad de alcanzar el éxito, probablemente lo hará.
Desde el ámbito laboral, aquel funcionario que crea en sus capacidades y en sus cualidades para llevar a cabo las funciones que se le han asignado de la mejor manera posible, tendrá una mayor probabilidad de tener un rendimiento óptimo, una productividad acorde o incluso superior a la esperada, y logrará cumplir o superar las metas u objetivos planteados por el Gerente o Líder.
Lo anterior constituye un círculo, donde las capacidades de liderazgo y autopercepción del Líder no sólo influyen sobre sí mismo (efecto Galatea), sino también sobre sus colaboradores (efecto Pigmalión). Estos colaboradores al mismo tiempo, al sentir la motivación y confianza que el líder deposita sobre ellos, influencia su propia percepción de sí mismos y de sus propias capacidades y cualidades (efecto Galatea). De esta forma, se logra maximizar la eficiencia y eficacia de los procesos y el cumplimiento de los objetivos planteados por la corporación u organización.