Nos encontramos en un entorno globalizado, caracterizado por el cambio continuo y la incertidumbre en campo de la salud. Para hacer frente a esta situación, las instituciones deben dotarse de una organización mucho más flexible, variable en costos y centrada en las competencias clave en el desempeño profesional.
Para la implementación de este modelo que implica profundas transformaciones también en el ámbito laboral en este caso de la salud, bajo esta premisa, la flexibilidad de la fuerza de trabajo se convierte en un elemento clave que determina la capacidad competitiva de las instalaciones de salud.
Y resulta evidente que al mismo tiempo que a los empleados y profesionales se les exige una mayor disponibilidad para atender a las necesidades de la población cuando sea requerido, los hospitales tienen la responsabilidad de facilitar a estos profesionales los métodos para que puedan compatibilizar sus obligaciones profesionales con su vida privada y responsabilidades familiares.