Desde el punto de vista de historia, la enfermedad del dengue fue reconocida desde el siglo XVIII, llamándose popularmente como “fiebre rompe huesos” debido a sus manifestaciones clínicas caracterizadas clásicamente con la presencia de fiebre, mialgias (dolor muscular) y artralgias (dolor en articulaciones). Sin embargo, es hasta el siglo XIX que se identifica su etiología viral y mecanismo de transmisión vectorial por medio de un insecto.
Es muy interesante saber que, en el año 1993, Costa Rica y Panamá (Kouri, 1989), países que se habían mantenido libres de dengue por varias décadas (al eliminar el vector Aedes aegypti en 1955), reportaron la transmisión indígena de dengue ocasionado por el serotipo 1. Inicialmente los casos se presentaron en el litoral del pacífico y se extienden progresivamente a todo el país.
Lamentablemente desde esa época, los cuatro serotipos del virus han co-circulado, con picos cada 3 años. No obstante, dichos picos se presentan con una baja letalidad (tasa=0,3 por 100.000 habitantes) si se compara con el contexto mundial.
Dicho lo anterior, coincido con el autor del proyecto en el sentido de se debería establecer o fortalecer (si ya existe) un programa que permita mejorar en varios aspectos la detección, atención, seguimiento o evolución del mismo, puesto que para avanzar en su prevención y control se requiere de estrategias de gestión integradas que trasciendan los abordajes tradicionales reactivos, promoviendo el mejoramiento de las condiciones de saneamiento de las comunidades con la participación activa de la población y los gobiernos locales.
Coincido según la literatura consultada que los indicadores epidemiológicos que un sistema de vigilancia debería de proveer para justificar la ejecución del proyecto o programa planteado, serían los de prevalencia e incidencia, además de los indicadores de mortalidad, así como la tasa de letalidad. Sin embargo, es importante que las autoridades de salud comprendan que no todos los casos de dengue son reportados en la actualidad y son manejados, de forma empirica sin un reporte oficial como en teoria se ha obligado al personal sanitario. En muchas ocasiones, las condiciones de pletora de pacientes de los servicios de emergencias, inexperiencia del personal de salud que capta los casos y/o el "parecido clinico" de la enfermedad con otras enfermedades infecciosas que producen respuesta inflamatoria sistemica (alteracion en los signos vitales, elevacion de biomarcafores, plaquetopenia, entre otros); hace que los casos de dengue pasen desapercibidos y nunca se reporten, dando una falsa "vigilancia epidemiologica".
La historia ha demostrado que los cambios de las formas de vida y costumbres de las distintas poblaciones del país lograron en algún momento erradicar la enfermedad por varios años. Sin embargo, es preocupante que el deterioro social de Costa Rica independientemente se trate de zonas rural o urbanas, es un espejo del deterioro en la salud de sus pobladores. Lo anterior quiere decir, que la transición de la calidad de vida de las personas refleja automáticamente la transición epidemiológica y la situación de salud, generando también un cambio en el comportamiento del vector del dengue.
1. Ana Morice Trejos, Rodrigo Marín Rodríguez, María L. Ávila-Agüero. El dengue en Costa Rica: evolución histórica, situación actual y desafíos. Ministerio de Salud de Costa Rica. 2011
2. Ministerio de Salud, Caja Costarricense de Seguro Social, OPS /OMS. (1993). Dengue: Guías para diagnóstico y tratamiento del dengue y dengue hemorrágico. San José: CCSS.
Es muy interesante saber que, en el año 1993, Costa Rica y Panamá (Kouri, 1989), países que se habían mantenido libres de dengue por varias décadas (al eliminar el vector Aedes aegypti en 1955), reportaron la transmisión indígena de dengue ocasionado por el serotipo 1. Inicialmente los casos se presentaron en el litoral del pacífico y se extienden progresivamente a todo el país.
Lamentablemente desde esa época, los cuatro serotipos del virus han co-circulado, con picos cada 3 años. No obstante, dichos picos se presentan con una baja letalidad (tasa=0,3 por 100.000 habitantes) si se compara con el contexto mundial.
Dicho lo anterior, coincido con el autor del proyecto en el sentido de se debería establecer o fortalecer (si ya existe) un programa que permita mejorar en varios aspectos la detección, atención, seguimiento o evolución del mismo, puesto que para avanzar en su prevención y control se requiere de estrategias de gestión integradas que trasciendan los abordajes tradicionales reactivos, promoviendo el mejoramiento de las condiciones de saneamiento de las comunidades con la participación activa de la población y los gobiernos locales.
Coincido según la literatura consultada que los indicadores epidemiológicos que un sistema de vigilancia debería de proveer para justificar la ejecución del proyecto o programa planteado, serían los de prevalencia e incidencia, además de los indicadores de mortalidad, así como la tasa de letalidad. Sin embargo, es importante que las autoridades de salud comprendan que no todos los casos de dengue son reportados en la actualidad y son manejados, de forma empirica sin un reporte oficial como en teoria se ha obligado al personal sanitario. En muchas ocasiones, las condiciones de pletora de pacientes de los servicios de emergencias, inexperiencia del personal de salud que capta los casos y/o el "parecido clinico" de la enfermedad con otras enfermedades infecciosas que producen respuesta inflamatoria sistemica (alteracion en los signos vitales, elevacion de biomarcafores, plaquetopenia, entre otros); hace que los casos de dengue pasen desapercibidos y nunca se reporten, dando una falsa "vigilancia epidemiologica".
La historia ha demostrado que los cambios de las formas de vida y costumbres de las distintas poblaciones del país lograron en algún momento erradicar la enfermedad por varios años. Sin embargo, es preocupante que el deterioro social de Costa Rica independientemente se trate de zonas rural o urbanas, es un espejo del deterioro en la salud de sus pobladores. Lo anterior quiere decir, que la transición de la calidad de vida de las personas refleja automáticamente la transición epidemiológica y la situación de salud, generando también un cambio en el comportamiento del vector del dengue.
1. Ana Morice Trejos, Rodrigo Marín Rodríguez, María L. Ávila-Agüero. El dengue en Costa Rica: evolución histórica, situación actual y desafíos. Ministerio de Salud de Costa Rica. 2011
2. Ministerio de Salud, Caja Costarricense de Seguro Social, OPS /OMS. (1993). Dengue: Guías para diagnóstico y tratamiento del dengue y dengue hemorrágico. San José: CCSS.